La 3ª Revolución Industrial
En la segunda mitad
del siglo XX, asistimos a la incorporación de la “Informática” y las “Tecnologías
de la Información y Comunicación” (TIC) en las organizaciones, pero
también en la sociedad, en los hogares, las escuelas y en el día a día de las
personas.
Este conjunto de
herramientas estaba orientada a soportar los procesos empresariales, facilitar
su automatización y gestionar las transacciones y datos que manejan las
compañías para poder analizar esta información y apoyar los directivos en la
toma de decisiones.
Las empresas
adoptaron los Sistemas de Gestión Empresarial (ERPs) y sus
variantes en el área de la gestión de los clientes (CRMs) o de la
logística y distribución (SCMs), entre otras.
Poco a poco se
incorporaron herramientas de flujo de trabajo y espacios para facilitar
la comunicación y colaboración entre los profesionales, internos y
externos de la organización (Workflows, Intranets, Extranets…).
Los empleados
adoptaron, en su día a día, las herramientas “ofimáticas” para la
gestión de documentos, hojas de cálculo, presentaciones, toma de notas
digitales y aplicaciones para el soporte al diseño de productos (CAD),
entre otras.
También asistimos a
la robotización de los procesos industriales y a los sistemas de
control y supervisión de estos procesos industriales a distancia (los
sistemas SCADA).
Y todo ello
combinado con la irrupción de Internet, el Comercio Electrónico y
las Redes Sociales, que transformaron la manera de acceder a la
información y los contenidos, a cómo llevamos a cabo las compras y
adquisiciones de productos y cómo nos comunicamos y relacionamos con nuestro
entorno.
Todas estas
tecnologías y herramientas conllevaron innovaciones disruptivas que
cambiaron la manera de trabajar y/o vivir. Asistimos a la llamada “3ª
Revolución Industrial”, y que bautizamos como la “Digitalización de los
Procesos”.
La 4ª Revolución
Industrial
Desde hace ya
varios años, podemos afirmar que estamos de lleno en la “4a Revolución
Industrial” conocida también como "Revolución Digital” o “Industria
4.0".
Esta 4ª Revolución
Industrial está caracterizada por el uso masivo de esas “nuevas tecnologías”
(Internet, Comercio Electrónico. Redes Sociales…), pero también por la adopción
de los dispositivos móviles en nuestro día a día y por la incorporación
y explotación de un conjunto de tecnologías digitales como el Cloud
Computing, la Realidad Virtual y la Realidad Aumentada, el BigData, la
Inteligencia Artificial (IA), el Internet de las Cosas (IoT)
y el Blockchain, como algunos de estos ejemplos.
Pero no solo se
basa en la incorporación de las tecnologías digitales.
Está marcada por la convergencia de los sistemas digitales, físicos y
biológicos, con ejemplos como los Vehículos Aéreos no Tripulados (drones),
la incorporación de nuevos materiales avanzados (como el grafeno),
los avances en genética, la fabricación aditiva (Impresión 3D),
los vehículos autónomos y casi autónomos o la aplicación de nuevas
energíaa renovables como algunos ejemplos.
Todas estas
innovaciones disruptivas están provocando cambios en cómo las personas se
comunican y colaboran, cómo consumen la información y los contenidos
multimedia, cómo adquieren bienes y servicios y los consumen (Uso vs Compra…),
cómo se forman (eLearning…), cómo se desplazan, …
Están cambiando
los modelos económicos y financieros (Crowdsourcing, monedas virtuales…) y
los modelos de negocio, se modifican y aparecen nuevas profesiones,
nuevos modelos y metodologías de trabajo y evolucionan procesos
organizativos (Equipos distribuidos, Teletrabajo…).
Los clientes y
usuarios tienen nuevas expectativas en cómo relacionarse con sus
compañías (Omnicanalidad…).
La legislación
debe adaptarse a todos estos nuevos comportamientos y nuevas tecnologías y
herramientas (RGPD, el derecho a la desconexión digital, la ley del
Teletrabajo…).
Aparecen nuevos
riesgos de fraude y seguridad, relacionados con la gestión de los datos,
pero también se detectan nuevas adicciones (Hiperconexión…).
Las tecnologías
digitales facilitan la aparición de nuevos modelos de negocio como las economías
de plataformas (economía colaborativa, economía bajo demanda, economía
gig…) y el desarrollo de empresas tecnológicas que disrumpen entornos de
actividad clásicos (Fintech, Proptech, Insurtech, Legaltech…).
La Transformación
Digital de las Organizaciones
Todos estos cambios
se enmarcan en lo que se conoce como la “Disrupción Digital” y que impacta a
cualquier sector de actividad (Banca y Finanzas, Telecomunicaciones,
Distribución, Servicios, Educación...).
Ante este contexto,
entorno y economía digital, las organizaciones tienen que transformarse para
adaptarse a esta “disrupción digital”.
A esta
transformación le llamamos la “Transformación Digital” y puede abarcar:
- la redefinición de la estrategia de la
empresa
- la modificación o incorporación de sus
nuevos modelos de negocio
- el diseño y desarrollo de nuevos
productos y servicios
- el rediseño de sus procesos de
trabajo, tanto productivos como organizativos y de gestión
- la puesta en marcha de nuevas
tecnologías
- el desarrollo de las competencias y
habilidades digitales
- y, por supuesto, el cambio cultural
asociado.
En resumen, ante
este contexto digital las empresas tienen que "transformarse
digitalmente" para adaptarse.